Qué significa en realidad la Navidad? El mensajae que odian los dictadores.
Lo primero que quiero decirles es que la portada de este texto es una provocación intencionada. Quise captar su atención para hacer este “delivery.”
¿Qué es la Navidad y que se celebra en la Navidad? Bueno la Navidad celebra algo profundo: el nacimiento de Jesús. No hace falta ser crítico para saber que Jesús no nació un 25 de diciembre. Históricamente, esa fecha fue adoptada por la Iglesia para conmemorar su llegada al mundo. Y más allá de la exactitud histórica, lo importante es lo que representa: el nacimiento de Jesús es el nacimiento del sacrificio, del servicio, del altruismo, de la entrega. Eso es lo que celebramos en esta fecha.
¿Y qué conecta más con un apostolado por la libertad de Cuba que la Navidad? Hay algo profundo en esa relación. Permítanme hablarles de cuatro puntos sensibles que unen estas ideas, especialmente desde el instinto maternal.
Las madres cubanas tienen un instinto muy claro: proteger a sus hijos. Yo mismo salí de Cuba porque mi madre, América María Pisonero García (que en paz descanse), me lo pidió. Me dijo: “Manolito, ya, tienes que irte. Aquí vas a ir preso, tienes que salvarte.” Y aunque me dolió profundamente, su amor y su instinto me salvaron.
Tenía una relación única con mi madre; era mi todo. Cuando me llamaba y no le respondía en un día, me decía: “¿Qué pasa? ¿Por qué no me llamas?” Esa era mi mamá: amorosa, insistente, protectora, a veces hasta tóxica, pero siempre dispuesta a todo por mí. Y aunque hoy no está, la extraño y la lloro cada día.
El instinto natural de la madre cubana es proteger, incluso sobreproteger, porque enfrentarse al sistema es lo sobrenatural. Defender la libertad es un acto extraordinario en un país sometido por una familia de delincuentes armados, y las madres saben que la cárcel puede ser el destino de quienes lo intentan.
Sin embargo, la Navidad nos muestra otro ejemplo, uno sublime: el de la Virgen María. Piensen en ese momento de dar a luz. Cualquier madre sabe que lo primero que siente es un apego absoluto, una conexión única con su bebé. No quieren soltarlo, ni siquiera para que lo limpien. Es su bebé, su vida, su todo.
Pero la Virgen María, consciente de su misión, ofreció a su hijo. Sabía que Jesús no solo era su hijo, sino el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Lo entregó para un sacrificio final, un acto de amor puro por la humanidad.
Dios ya no quiere sacrificios de animales ni humanos; eso quedó atrás desde el Evangelio, desde que nació Jesús. Con su última alianza, el sacrificio cambió: ahora es un sacrificio de carácter, de espíritu. Jesús, el Salvador, se entregó por nosotros, por nuestros pecados. Esa es la grandeza que celebramos: Dios, en su infinita benevolencia, sacrificó a su propio hijo por todos nosotros. Imagínense eso.
Ahora, reflexionemos en la figura de la Virgen María, quien ofrece a su hijo. Ella lo presenta, lo cuida, lo enseña, lo encamina hasta que ese niño se convierte en hombre. La vida pública de Jesús comenzó a los 30 años, pero en apenas tres años lo martirizaron, lo sacrificaron, lo crucificaron. Esa entrega total es la analogía que quiero dejarles hoy, especialmente a las madres.
Tu instinto natural, mamá, es proteger a tus hijos, cuidarlos por encima de todo. Pero la libertad de Cuba también requiere sacrificio, y ese sacrificio comienza con ustedes, las madres. Es cuando logren, por encima de su instinto natural, entender que para que Cuba sea libre, se necesita del sacrificio de sus hijos. Durante años, las madres cubanas nos han dicho: “No te metas en problemas, no protestes, no te rebeles.” Y eso es natural, porque quieren protegernos. Sin embargo, lo sobrenatural, lo extraordinario, es reconocer que, si no nos sacrificamos, nunca seremos libres. Ese es el primer mensaje navideño que quiero compartir.
El segundo mensaje va para los padres, y aquí quiero hablar de José. Muchas veces lo olvidamos, lo subvaloramos, pero José fue el protector, el líder silencioso. Él protegió a la Virgen, el Arca de la Alianza, incluso cuando no entendía completamente lo que estaba ocurriendo. Piensen en lo que enfrentó: críticas, burlas, dudas. “¿Cómo que embarazada si tú no has estado con ella?” A pesar de todo, él actuó con fe. Reconoció que era el hijo de Dios y asumió el rol de protector, guía, maestro y pastor de Jesús hasta que estuvo listo.
Ese es el mensaje para los padres: ser como José. Si eres padre y quieres ser el líder de tu familia, protege, guía y provee. Pero también entiende que no habrá verdadera felicidad para tus hijos mientras Cuba no sea libre. La libertad de Cuba depende, en parte, del sacrificio de los padres, de su capacidad para liderar con fe y convicción.
Ahora bien, volvamos a la portada provocadora: “¿La Navidad es del capitalismo o de la fe?” Este contraste me recuerda al profesor Miguel Anxo Bastos, quien me explotó el cerebro con una reflexión: el capitalismo también tiene algo que ofrecerle a la Navidad. De hecho, hay mejores Navidades gracias al capitalismo.
- Históricamente, la Navidad siempre ha sido un día especial, un día de celebración. Lo que cambia son los medios con los que se celebra. Y aquí es donde entra el capitalismo, que sirve para propagar la fe y amplificar el espíritu navideño. Pensemos en esto: muchas personas, incluso aquellas que no son creyentes, se ven atraídas por la magia de la Navidad. Aunque algunos digan que se pierde el espíritu original y que es solo consumismo, al final el mensaje sigue llegando. La inteligencia está en aprovechar esa atención para difundir lo que realmente significa la Navidad. El consumismo puro existe, claro, como en el Black Friday, que es un día vacío de significado. Pero la Navidad es diferente. Gracias al capitalismo, el mensaje de la Navidad llega más lejos, se celebra más ampliamente y, aunque a veces el consumismo parezca dominar, al final siempre queda un espacio para reflexionar sobre su verdadero significado: el sacrificio, la entrega, el amor y la esperanza. La Navidad es un día especial, una fiesta donde celebramos el nacimiento de Cristo. Y aunque cada época le da su propio realce, adaptándose a los tiempos, el mensaje esencial permanece. Algo que me parece interesante es cómo las herramientas de cada era contribuyen a destacar el espíritu navideño. Los primeros cristianos, por ejemplo, usaban la escritura, que en su tiempo era una tecnología revolucionaria, para comunicar su fe. Hoy, en nuestro tiempo, usamos publicidad, redes sociales y otros medios modernos para darle visibilidad a este día tan importante. Es verdad que en ocasiones se critica que «se pierde el espíritu» de la Navidad, que todo se reduce al consumismo. Pero, en realidad, yo creo que estamos usando las herramientas actuales para amplificar el mensaje. Por ejemplo, muchas personas, al verse rodeadas por la festividad —árboles de Navidad, luces, mensajes de felicitación—, se preguntan: “¿Qué estamos celebrando hoy?” Y ahí es cuando surge la oportunidad de explicar: “Estamos celebrando el nacimiento de Cristo.” Sí, hay Santa Claus, ofertas de Black Friday y campañas publicitarias por doquier, pero también hay representaciones del Niño Jesús, de la Virgen María y de San José. Se resalta la importancia de la familia cristiana, y ese mensaje sigue llegando. Es una forma nueva, una forma propia de nuestro tiempo, pero sigue siendo válida.
- Y aquí es donde quiero destacar algo importante: solo en un sistema como el capitalismo tenemos la libertad de celebrar la Navidad como queramos. En Cuba, por ejemplo, durante mucho tiempo no se permitió celebrar la Navidad. Recuerdo cómo en mi casa, a pesar de las restricciones gubernamentales, hacíamos todo lo posible por mantener el espíritu navideño. Mi hermana, la más defensora de la tradición, me pedía que buscara algo que se pareciera a un arbolito en el monte. Luego, con huevos pintados, decorábamos lo poco que podíamos.
- El gobierno intentó reemplazar la Navidad, cambiar su significado, pero no lo logró. Porque el espíritu de la Navidad, su esencia, es más fuerte que cualquier intento de censura. Por eso digo que debemos aprovechar las herramientas que tenemos hoy. No hay maldad en utilizar los medios modernos para difundir el mensaje cristiano. Al contrario, es nuestra responsabilidad como creyentes aprovecharlos para comunicar lo que realmente significa la Navidad.
El capitalismo, con todas sus imperfecciones, es el único sistema que permite que cada quien celebre como desee. Los cristianos podemos usar estas herramientas para difundir el mensaje de Cristo, mientras otros eligen celebrar a su manera o incluso ignorar el significado religioso. Esa libertad es lo que hace grande a este sistema.
Entonces, mi mensaje navideño es este: aprovechemos esta época, estas herramientas, para resaltar lo que verdaderamente celebramos. Hablemos del nacimiento de Cristo, de los Reyes Magos, de la Sagrada Familia, y difundamos el espíritu cristiano. Al final, el mensaje permanece: amor, esperanza y la alegría de que Dios nos envió a su hijo para salvarnos.
Que no solo los sabios, todos vamos a seguir lo que brilla. Todos vamos a seguir la estrella si tiene luz propia. Mejor aún, la estrella que brilla tiene luz propia es como un sol pequeñito, ¡esa es una estrella! Miren qué mensaje más bonito tiene la Navidad para la libertad de Cuba y para todos en general. Un mensaje muy poderoso, ya sea para los que quieren, los que no quieren, los que se conformaron, los que emigraron, los que todavía están allá, los que se quieren ir, los desesperanzados…
¡Para todos! ¿Dónde nació Jesús? Jesús nació en un pesebre, en un establo, rodeado de estiércol, con el olor a animales, en medio de paja hedionda y asquerosa. Y ahí fue donde nació El Salvador, el Rey de Reyes, el hombre, ¡el Dios hecho hombre! El hombre más poderoso de la historia de la humanidad, porque es Dios haciéndose hombre. Bueno, pues ahí. ¿Qué significa eso? Imagínense ustedes: por muy cochino, sucio, asqueroso, hediondo o miserable que sea tu corazón, Jesús puede nacer ahí. Ábrete.
Ese es el mensaje de la Navidad: no te sientas el peor. El mundo te asustaría si escucharas testimonios de santos. ¡San Agustín te asustaría! No te sientas el más miserable, el más malo o el más ruin del mundo, aunque lo seas. Ábrele el corazón a Jesús, porque es ahí donde a Él le gusta nacer: donde ya no hay esperanza, donde nada se salva. El Padre Esquivel, que descanse en paz, me dijo: ‘Con 40 años después de darle toda la carne al diablo, y viene a traerle los huesitos a Dios’.
Ese era yo con 40 años: ateo, pecador, pervertido, loco, borracho, mujeriego, alcohólico… De todo. Ya que estoy, gracias a que Dios nació en mi corazón. En ese corazón hediondo. Y cada vez que me pierdo, me tengo que tratar, lucho, me fajo con mis debilidades. Y le vuelvo a abrir el corazón, y vuelve a venir y me vuelve a ayudar, y me vuelve a rescatar. Y ese es el mensaje de esta Navidad.
MANUEL MILANES Consejo Para la Guerra Anticomunista CPGA