Milanés desentraña la verdadera naturaleza del revolucionario dentro de Cuba

Manuel Milanés, reconocido influencer cubano y luchador incansable por la libertad de Cuba, ha expresado su perspectiva sobre la definición contemporánea de “revolucionario” en un video que se produce al analizar las recientes palabras de Miguel Díaz-Canel.

El filántropo aclara un punto crucial: que no trabajar para el estado en Cuba se considera automáticamente como una postura contrarrevolucionaria. Asegura que, bajo esta lógica, todos los dueños de paladares o aquellos involucrados en negocios independientes son percibidos como contrarrevolucionarios, a pesar de que puedan identificarse verbalmente con la revolución.

Según el creador del Consejo para la Guerra Anticomunista (CPGA), esta supuesta lealtad no surge de convicciones ideológicas genuinas, sino de una necesidad de sobrevivir en un sistema complejo. Las interacciones con agentes estatales, desde funcionarios del partido hasta la policía, no son más que tácticas de supervivencia, no de verdadera afinidad con la revolución.

Milanés argumenta que si estas personas fueran verdaderamente revolucionarias, estarían enfrentando penurias trabajando para una empresa estatal, mostrando signos de dificultades tangibles y dedicando su energía a «resistencia creativa», un término que cuestiona en su video.

La crítica del empresario cubano no se limita a los trabajadores independientes; va más allá, al cuestionar la integridad de Díaz-Canel. Asegura que, aunque ocupe un puesto de poder, no representa la esencia de lo que significa ser revolucionario. En lugar de eso, Milanés lo describe como alguien que simplemente «sobrevive» y que, de hecho, vive de la mejor manera posible.

“Eso es conveniencia. Eso es falta de ética. Eso es corrupción. Navegar en aguas turbias es sobrevivir, es supervivencia, pero no es revolución. Si fueran revolucionarios, pertenecerían al partido o estarían trabajando por un salario o estarían haciendo resistencia creativa, como tú pides”, refirió el youtuber.

“Díaz-Canel no es revolucionario. Vive, sobrevive y vive lo mejor posible, levantando una bandera en la que ni él mismo cree. Es un criminal, un ladrón, un asesino, pero revolucionario no es. ¿Qué significa ser revolucionario? ¿Qué ha cambiado Díaz-Canel? ¿Qué mejoría le ha dado? ¿Contra qué cúpula lucha?”

El anticomunista se describe a sí mismo con orgullo como un conservador que valora la ética, la moral y la verdad. Contrasta esta postura con la de los supuestos revolucionarios, que buscan cambiar constantemente el status quo, y defiende pilares como la familia, la propiedad y la libertad.

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