El economista Manuel Milanés ofrece un análisis detallado sobre una nueva resolución que pone en jaque las ganancias de los trabajadores cubanos. Con su acostumbrada precisión y claridad, Milanés desglosa con una simple cuenta como el Estado roba a sus empleados.
La resolución se presenta con la promesa de una mayor rentabilidad para las empresas que alcancen sus objetivos. En términos sencillos, se incentiva a los trabajadores a enfocarse en sus labores, a innovar con productos y servicios y a ser eficientes. Parece una visión prometedora en donde cada trabajador se beneficiaría de los logros de su empresa. Pero la realidad, como explica Milanés, es otra.
Posterior a los ingresos obtenidos y tras deducir los impuestos, las empresas estatales se enfrentan a provisiones obligatorias y voluntarias, que son descontadas de las utilidades. Sin embargo, el golpe más duro proviene de un aporte al rendimiento de la inversión estatal. Milanés ilustra el proceso con un ejemplo: si de una utilidad de 100, después de impuestos y provisiones, quedan 60, el estado reclama un 60% de esa cantidad.
“Después debes hacer un aporte al rendimiento de la inversión estatal. Vamos a considerarlo como en una bodega. Digamos que la utilidad es 100 y los impuestos son el 20%. Desconozco el porcentaje exacto, pero si consideramos esos valores directos (porque hay otros indirectos), quedarían 80. Si restas 20 más por provisiones obligatorias, voluntarias y otras retenciones, te quedan 60”.
“Pero espera, hay una resolución que establece que, de esos 60, debes darle al estado un porcentaje mínimo porque el estado tiene que recuperar su inversión. Fue el estado quien te dio el dinero para abrir esa empresa, por lo que es el principal inversionista. Ya descontó impuestos, seguridad social y otros conceptos. Pero ahora también va a descontar el 60% de la utilidad como rendimiento. El concepto es «aporte por el rendimiento de la inversión estatal», y el 60% de 60 es 36. Así que, ¿cuánto queda? 24 de 100. Pero, al querer repartir esos 24, se debe esperar. Nadie puede tocar nada. Solo los jefes pueden hacerlo.”
Es una acción que deja a los trabajadores con una ínfima parte de las ganancias originales. Del monto original, apenas un 24% estaría disponible para repartir entre ellos. Pero, Milanés alerta, incluso este monto se encuentra inaccesible. Solo las altas esferas tienen libertad para manejarlo.
Este análisis revela una preocupante realidad para los trabajadores cubanos que confiaban en las promesas de rentabilidad. Se evidencia una distribución desigual y restrictiva de las ganancias, en la que el estado se posiciona como el principal beneficiario.