El economista Manuel Milanés, conocido por su firme postura anticomunista, se pronunció sobre reunión a puertas cerradas que mantuvieron empresarios cubanos con Miguel Díaz-Canel en Nueva York.
Milanés hizo hincapié en que “el asunto no radica en pragmatismo o negocios; no es cuestión de lógica ni de estrategias. El problema es que no se debe negociar con el mal ni con el diablo. Con todo el respeto que merezcan empresarialmente, aquellos que se reunieron con Díaz Canel están negociando con él. Reconoce la fuerza empresarial de ellos, pero sabe que no representan un peligro. La tiranía nunca dialoga con quien considera una amenaza. Cualquier acuerdo con ellos terminará en engaño y estafa, como ha ocurrido en intentos anteriores”.
El youtuber afirmó conocer personalmente a algunos de estos empresarios multimillonarios y reconoció sus buenas intenciones, pero cuestionó su enfoque al descartar cualquier cambio que no implique el fin de la tiranía. Cohabitar con los comunistas que han asesinado a cubanos no es negociable.
El razonamiento pragmático de quienes se reúnen con la tiranía para hacer negocios, según Milanés, está centrado en ejercer presión para lograr cambios, pero advirtió que esto no expondrá a la tiranía a una posición de debilidad. En su opinión, el problema fundamental reside en la negociación con el mal y el peligro inherente a tales acuerdos.
“Al otorgarle más poder a la tiranía que a cualquier oposición, eligen negociar con quien detenta el poder. No están dispuestos a invertir en una oposición fuerte capaz de generar un cambio en Cuba sin tener que cohabitar con la tiranía”, sostuvo.
El asunto es que “los que se reúnen con la tiranía para hacer negocios, sienten que están presionando, por ejemplo no invertirán en Cuba hasta que liberen a los presos, se convoquen a elecciones libres pluripartidistas y la Constitución proteja la inversión extranjera”. Sin embargo, “aunque la tiranía pueda verse forzada a cambiar, nunca se expondrá a una posición de debilidad que la haga responder por sus crímenes”.
Milanés concluyó que aunque estos empresarios representen una fuerza empresarial significativa, la tiranía no los ve como una amenaza y cualquier acuerdo con ellos está destinado al engaño.