¿Cómo saber si estamos en un mercado alcista (bull market)?

En el ámbito de los mercados financieros, la llegada de un mercado alcista, caracterizado por aumentos sostenidos de los precios de los activos, marca un importante punto de inflexión. Si bien no existe un criterio específico o una fórmula precisa para determinar el inicio de un mercado alcista, los analistas e inversores a menudo consideran varios factores clave:

Aumento de precios y tendencia ascendente

Un mercado alcista se define por un aumento generalizado en los precios de los activos financieros, lo que indica una demanda creciente. Esto se puede observar a través de los índices bursátiles que alcanzan nuevos máximos o un aumento constante de los precios en varios mercados. Además, un sello distintivo de un mercado alcista es su tendencia ascendente a largo plazo, donde los reveses temporales y las correcciones de precios son seguidas por máximos más altos.

Expansión del volumen de negociación y sentimiento positivo

Durante un mercado alcista, el volumen de negociación generalmente se expande a medida que más inversores se unen a la refriega. Un aumento significativo en el volumen puede indicar un mayor interés y confianza de los inversores en la trayectoria ascendente de los precios. Además, un sentimiento general positivo impregna el mercado, evidente en encuestas, informes de analistas y el comportamiento de los participantes del mercado, que muestran optimismo y disposición a asumir mayores riesgos.

Sólidos fundamentos económicos y confianza de los inversores

Un mercado alcista a menudo surge en un contexto de sólidos fundamentos económicos, como un crecimiento económico saludable, bajas tasas de desempleo, aumento de las ganancias corporativas y baja inflación. Estos factores sientan las bases para la llegada de un mercado alcista, infundiendo confianza a los inversores en el impulso alcista.

El panorama cambiante: el declive de las empresas que cotizan en bolsa

Sin embargo, bajo la superficie de esta atmósfera de celebración, una tendencia preocupante está dando forma al panorama financiero de Estados Unidos: la disminución del número de empresas públicas. Desde su punto máximo en 1996, cuando el recuento superó las 8.000, el número de empresas que cotizan en bolsa en las bolsas estadounidenses ha disminuido significativamente. A día de hoy, ese número se sitúa en apenas 3.700, lo que representa una caída de más del 50%, según informa el Centro de Investigación de Precios de Valores.

Transparencia, competencia y confianza de los inversores

Esta disminución no significa que ahora hay solo la mitad de empresas en Estados Unidos que hace tres décadas. Más bien, más empresas están optando por permanecer privadas, evadiendo la supervisión regulatoria y los requisitos de divulgación asociados con la cotización pública.

Esta tendencia plantea preocupaciones sobre la transparencia general en el mercado y la posible erosión de la confianza de los inversores. Matthew Kennedy, director de datos y contenido de Renaissance Capital, enfatiza el papel fundamental que desempeña la transparencia en el mantenimiento de la confianza de los inversores y destaca el impacto potencial de la reducción del escrutinio público en el sentimiento de los inversores.

La concentración de poder y las implicaciones

La disminución del número de empresas que cotizan en bolsa también conduce a la consolidación del poder en manos de unos pocos jugadores influyentes selectos. Cabe destacar que solo Apple y Microsoft representan aproximadamente el 15 % de todo el S&P 500. Esta concentración tiene el potencial de sofocar la innovación, la dinámica del mercado y la competencia. Surgen preguntas con respecto a la diversificación y estabilidad del mercado, así como la influencia que un puñado de empresas puede ejercer sobre las tendencias y la dirección del mercado.

Factores que impulsan la tendencia y el auge del capital privado

La recesión inducida por la pandemia y las altas tasas de inflación posteriores han acelerado la tendencia a la reducción de las empresas públicas. La incertidumbre económica y la volatilidad del mercado han disuadido a las empresas de cotizar en bolsa, lo que ha provocado una disminución significativa de las ofertas públicas iniciales (OPI).

Las quiebras también han aumentado, lo que ha llevado a la eliminación de varios nombres conocidos de los intercambios. Además, la inflación persistentemente alta y los costos de capital elevados desalientan nuevas inversiones, particularmente en tecnología, crecimiento y capital de riesgo.

Estas condiciones económicas predominantes contribuyen a la renuencia de las empresas a ingresar al mercado público. En consecuencia, las empresas respaldadas por capital privado están en aumento, proporcionando una vía alternativa para que las empresas sigan siendo privadas, eviten las cargas regulatorias y se centren en estrategias a largo plazo.

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