Bombero que enfermó de cáncer tras el incendio en Matanzas se queja del abandono del régimen castrista

Yosvany García Vega, uno de los bomberos cubanos que fue enviado a sofocar el fuego desatado durante días en la Base de SuperTanqueros de Matanzas, ha denunciado el abandono que sufre por parte de las autoridades, pese a su sacrificio, que le costó enfermarse de cáncer.

“Enfermo con el síndrome del bombero, que no es más que la inhalación de humo de hidrocarburos y coke, tengo cáncer, sí cáncer, y antes de irme de este mundo, con este escrito solo les quiero recordar a esas personas, que sin vergüenza dejaron que en su pecho pusieran una medalla, cuando no se la merecían, que hombres como yo mueren por hacer el trabajo con el que ellos viven su gloria”, expresó en Facebook.

El hombre aseguró que nunca ha sido reconocido por las autoridades cubanas durante su larga trayectoria y sacrifico como bombero, y que en esta ocasión, en la que además enfrenta una difícil enfermedad causada por su trabajo, tampoco ha sido atendido su caso.

“Si mi comentario le incomoda a alguien, mírese en el espejo y pregúntele a su conciencia”, alegó quien fuera una de las primeras personas en llegar a la catástrofe ocurrida en la zona industrial de Matanzas.

Explicó que fue llamado para atender el caos generado por la explosión porque se encontraba trabajando en la empresa EMGEF (Empresa de Mantenimiento a Grupos Electrógenos Fuil-Oil), ubicada al lado del lugar donde se desató el siniestro.

Su desempeño durante tan difícil momento le valió para ser asignado a trabajar con las delegaciones venezolanas y mexicanas en la bomba C15 de Venezuela, que enviaba agua desde el mar para apagar el fuego.

“Fueron días duros, momento difíciles, sin saber de la familia, dentro de esta historia hay otras historias más para continuar y hacer no sé cuántos libros, pero no es el caso. Fui reconocido por los cuerpos de bomberos de Venezuela y México, por amigos desinteresados, pero nunca por las autoridades competentes, a las que de verdad les toca”, aseveró.

“Nunca fui llamado a nada, después de perder la piel en partes de mi cuerpo y quedando así en el lugar hasta tres días después que se apagó [el fuego]”, detalló García Vega.

“Muchos hoy me ven y me saludan con un abrazo fuerte. Me agradecen. Jocosamente me dicen el ‘Mambí redentor’, como dijo un amigo en un escrito. Otros me llaman por mi apodo, debido a tiempos pasados: EL TALIBÁN”, agregó.

Además de las graves afectaciones que sufrieron muchos de los que estuvieron trabajando directamente en los intentos de sofocar las llamas, el incendio cobró la vida de 17 personas, la mayoría de ellos bomberos.

Varios eran jóvenes que estaban cumplieron el Servicio Militar Activo, de carácter obligatorio en Cuba, quienes no contaban con experiencia para enfrentar semejante catástrofe, ni con el equipamiento necesario.

En el acto perecieron 14 personas; otras tres perdieron la vida luego de ser atendidas en hospitales. Leo Alejandro Doval Pérez de Prado, de apenas 19 años, fue la víctima más joven. La familia de Doval Pérez no ha dejado de recordarlo y de denunciar que no tenía que haber sido enviado a sofocar las llamas. “Una voz de mando de personas indolentes te arrancó de nosotros”, dijo su abuela.

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