La zafra azucarera 2022-2023 en Cuba inició oficialmente este viernes 25 de noviembre con el peor plan productivo en más de un siglo y donde solo molerán 23 centrales, 13 menos que la campaña anterior.
De acuerdo con la estrategia del grupo azucarero Azcuba, el objetivo es producir solo 455.198 toneladas de azúcar. Por ello se empeñan en hacer una zafra “pequeña, pero eficiente”. Pretenden que cada central haga la molienda sin pérdidas económicas y cumpliendo sus planes individuales.
Julio García Pérez, presidente de Azcuba, declaró desde la provincia de Cienfuegos, donde arrancó la molienda, que se concentraran los recursos en menos centrales con la aspiración de lograr “mayor eficiencia” siendo “objetivo, flexibles y con buenas prácticas”.
Si finalmente se cumple con el plan de poco más de 450 mil toneladas, entonces podrá destinarse al consumo interno mediante la tarjeta de racionamiento a razón de cuatro libras mensuales por consumidor.
El sector azucarero también pretende producir más alcoholes, electricidad y derivados para el consumo interno y el mercado foráneo. Sin embargo, parecen demasiadas aspiraciones, sobre todo cuando se evalúa la zafra pasada, que fue la de peor resultado productivo en más de un siglo.
En la zafra pasada, la ausencia de fertilizantes y herbicidas golpeó el rendimiento de la caña. Solo el 37% de los campos de caña contaron con estos químicos y el resto se llenó de “abundante bejuco”. En esos lugares se obtuvo un rendimiento inferior a las 30 toneladas por hectárea.
También incidió la escasez de portadores energéticos como el petróleo y la gasolina, en medio de una crisis que se agudizó desde el inicio de la pandemia.
Una de las partes indispensables para el sector azucarero en Cuba siempre fue el ferrocarril, un medio de transporte y su infraestructura vial que también ha sido abandonada por el gobierno.
Según cifras oficiales, más de 180.000 personas intervendrán de forma directa en la zafra azucarera, lo cual beneficia a más de 700.000 cubanos, integrantes de las familias que residen en bateyes y zonas rurales, cuya vida gira en torno a la producción cañera. Esto peligra con los planes gubernamentales de hacer zafras más pequeñas donde muelen cada vez menos centrales.
La siembra de la caña también está en niveles críticos. Los planes de siembra en la temporada muerta no se cumplieron por falta de combustible, una situación que se hará sentir en zafras posteriores, ya que el periodo de crecimiento de la gramínea es de más de un año.
