Destapando NEGOCIO de miembros del PCC. El Campo de concentración en CUBA para ANCIANOS.

Destapando negocio de miembros del PCC. El Campo de concentración en CUBA para ancianos.

Buenos días. ¿Hablo con Jorge Victor Hernández?

—Sí, diga.
—Sí, mire, Jorge Victor, yo lo estoy llamando. Soy Milanés, el mayor Milanés del Consejo para la Guerra. Lo estoy llamando porque hay una denuncia muy fuerte sobre el asilo de ancianos que usted dirige. ¿Puede hablar sobre eso?
—¿Qué denuncia?
—Bueno, tenemos testimonios sobre las malas condiciones en las que están los ancianos. Hay videos donde se les ve sin ropa, con chinchas, y también se reporta que se están robando la leche y la comida.
—Pues traiga esos videos para acá. Usted los trae para acá.
—¿Está de acuerdo en ver los videos y reaccionar?
—¡Claro, claro, claro! Mire, este lugar está inmerso en una inversión ahora, en este año 2024, porque el Estado revolucionario ha destinado 15 millones de pesos para mejoras. Aquí adentro del hogar hay un desafecto a la revolución, un tal Amauri, que se dedica a hablar y hacer cosas, pero no ha tenido el valor de presentarse. Que venga aquí, que traiga los videos, a ver qué dice.
—Mire, lo que estamos viendo es serio. Hay ancianos desnutridos, con chinchas. Déjeme terminar, por favor, yo lo escuché a usted. Lo que vemos son ancianos desnutridos y desvío de alimentos. Se van a destinar 15 millones de pesos, que son impuestos de los contribuyentes, y no hay garantía de que, con la administración actual, eso cambie. ¿Qué tiene que ver el estado constructivo con la falta de higiene, con que haya chinchas, con que no haya sábanas? Tengo los videos. Usted los va a ver. Se los voy a enviar.

—Aquí no hay eso que usted dice. Aquí, en el hogar, están las sábanas, las toallas, y la alimentación es adecuada. Traiga los videos, tráigalos para acá.
—¿Entonces usted está diciendo que la persona que denuncia les quita las sábanas, la ropa, la comida a los ancianos para hacer un video manipulado? ¿Eso es lo que está diciendo?
—Le digo que esas condiciones que usted menciona no existen aquí.
—Jorge, estamos viendo los videos. Los voy a traer. Incluso hay una anciana que está con ustedes, denunciando que le roban la leche y dando los nombres: la jefa de enfermería, las enfermeras y hasta su nombre. Ella dice que le roban los alimentos.
—¡Mentira!
—Eso es lo que usted puede decir, pero yo le aseguro que eso se va a probar.
—Mire, el estado de opinión aquí es que los abuelitos están muy contentos con el trato que reciben. Pregúntele a cualquiera. Están más que felices con la alimentación y los cuidados.
—Eso se va a hacer. Ya veremos qué dicen. Tenga conciencia de que, si todo esto se prueba, usted será juzgado como un ladrón.
—Aquí no va a probar nada, porque los abuelos están muy bien atendidos. El Estado revolucionario les da todo lo que necesitan para estar aquí.

—Espero que usted pueda aprobar esto en una corte, porque le aseguro, le aseguro, que hay pruebas de lo contrario. Y cuando eso se pruebe en una corte, usted será juzgado como quien lleva todo al margen de la ley.

—No, aquí no hay ningún colectivo de trabajadores corruptos ni ladrones. Ese bandolero que está ahí no tiene valor para venir a hacer lo que está haciendo.

—Habrá que ver si merece esos 15 millones.

—Aquí, en el hogar, todo lo que los abuelos tienen es gracias al esfuerzo de los trabajadores. Se hace lo que se puede. Aquí no falta la limpieza. El esfuerzo de este colectivo ha sido estimulado.

—Usted verá los videos. Nos vamos a encargar de que usted los vea para que entonces diga que esos videos son falsos, que esos pisos manchados y llenos de chinchas no pertenecen al hogar que usted dirige, que esos ancianos desnutridos, sin ropa, tomando agua con azúcar porque no hay leche, que esas bandejas vacías, sin comida, no son del hogar de ancianos, y que esos ancianos sin dientes, con mala higiene, hablando y dando testimonio, todo eso usted lo va a ver. Yo se lo aseguro, que usted lo va a ver. Recuerde este nombre: el mayor Milanés del Consejo para la Guerra. Le aseguro que lo va a ver.

¿El mayor Milanés?
—Ah, ¿usted lo conoce?

—Claro que sí.

—¿Él ha pasado por allá, le ha mostrado todo?

—No, no, el mayor Milanés es otro compañero que se presta para todas esas cosas. Él recientemente estuvo preso, por ejemplo.

—Perfecto Jorge, está bien. Ya verá lo que dice la ley. El estado de los abuelos lo dirá.

Nuevo llamado:

—Buenos días, ¿Ivón?

—Sí.

—Mire, Ivón, le habla el mayor Milanés del Consejo para la Guerra. Yo la estoy llamando porque usted es la jefa de enfermería de un hogar de ancianos en Santo Espíritu.

—Si.

—Nosotros tenemos denuncias y videos sobre el mal estado físico, de salud y de higiene de los ancianos en ese hogar. También tenemos denuncias de que incluso se desvía la alimentación.
—Mire, vamos a hacer una cosa, Milanés. Yo le propongo que venga aquí al hogar, nos sentamos, usted, el director y yo, y corroboramos toda esa situación que está mencionando.

—Nosotros podemos hacer eso. Lo más seguro es que pronto tenga noticias de nosotros, pero antes, le hice una pregunta y no me la ha respondido. ¿Qué piensa usted sobre esas denuncias?

—Lo que le puedo decir es que eso es falso, todo eso es falso.

—Yo tengo los videos. Aquí están los videos de los ancianos sin comer, de los ancianos reclamando su comida, su leche. La higiene está terrible, llena de chinchas. Tengo testimonios, videos y fotos de cómo está el baño, los pisos sucios, sin sábanas, sin colchones. Todo está aquí, lo va a ver, se lo vamos a mostrar.

—Lo que hace falta es que usted venga aquí al hogar, y entonces sí, vemos los videos con el director.

—Ya lo llamamos, ya sabe que tendrá noticias de nosotros. Pero usted no me responde la pregunta: ¿Es cierto o no?
—Se lo estoy respondiendo. Mire, le aseguro que llevamos cinco años en esta institución, y le puedo asegurar, como que estoy sentada aquí, que ni en mi casa tienen la alimentación que tienen los ancianos aquí. Pero puedo asegurar muchas cosas más, cosas que no podríamos contar en un día entero, pero le aseguro que eso es falso lo que está diciendo. ¿Y qué pasa? ¿Usted sabe cómo está la situación aquí, en este país? Disculpe, pero mire, le aconsejo que venga aquí, que venga al hogar. Como yo soy una enfermera graduada, yo le voy a explicar todo con elementos, no por teléfono. Este tema por teléfono no funciona. Venga aquí, venga al hogar.

—Lo que no queremos es que ustedes prepararen el hogar y les pongan cuatro pijamitas.

—No, para nada. Mire, yo no le estoy diciendo que venga para que yo le dé un día aquí. Estoy diciendo que venga cuando quiera.

—Muy bien, eso es lo que vamos a hacer. Le tomo la idea, vamos a llegar sorpresivamente, no hay problema, vamos a revisar cómo están manejando a los ancianos. Muchas gracias, Ivón, por recibir la llamada.

Bueno, señores, ahí tienen a la jefa de enfermería y al director del hogar de ancianos, pero falta más, porque si estamos arañando, ¿verdad? Lo que ustedes quieren es que lleguemos al fondo, porque somos radicales. Según el apóstol, un radical es el que va a la raíz, el que no usa curitas ni aspirinas ni analgésicos, es con bisturí, es llegar a la sangre. Ya ustedes escucharon la versión oficial, según el director, que se llama Jorge Víctor Hernández: el gobierno revolucionario no deja a ningún anciano desamparado. Esas son sus palabras. Ahora vamos a escuchar lo que dice quien hace la denuncia, y quien pidió que se hiciera público su video de denuncia. Pónganlo, por favor.

Video de denuncia:

Me llamo García, de la provincia de Santo Espíritu. Hago esta denuncia con mucho dolor para que el mundo sepa las condiciones que viven esos ancianos. Ancianos que no reciben una buena atención médica, donde se están muriendo. Ancianos que no reciben una buena alimentación. Ancianos que viven descalzos, ancianos que no duermen porque viven bajo de la chincha, que las chinchas se los están comiendo. Ancianos a los que se les roban parte de la alimentación, como las meriendas y las leches.

Estos ancianos están desprotegidos, no tienen familia, viven descalzos, sin chancletas, sin ropa. Les hacen donaciones, pero esas donaciones no llegan a los ancianos, se las roban. Quiero que sepan que yo soy trabajador aquí y realizo dos trabajos, pero de los dos, solo se me paga por uno. No se me pagan las horas extras, a los otros trabajadores sí, pero a mí no, porque soy opositor. Por ser opositor, todos los trabajadores me miran mal, la dirección me trata mal, y todo el mundo me trata mal por pensar diferente. Quiero que el mundo sepa esto, el maltrato y la humillación que sufren nuestros ancianitos. Muchas gracias. Es todo lo que puedo decir.

Manuel Milanés:

Esta es la lucha subversiva, al decir del modelo del «hombre nuevo» de Che Guevara, educado en una universidad, en la carrera de enfermería, la señora Ivón Hernández. Al decir de ella, subversiva. Bueno, pues se refería a la lucha o a la guerra subversiva. Porque hay una persona que no piensa como el director, que denuncia lo que pasa en el hogar de ancianos. Pero esto puede ser que alguien diga, «no, pero eso es fácil, esa es la opinión de la tiranía y la opinión de un opositor». Bueno y, ¿Qué dicen los ancianos? Bueno, escucha lo que cuentan los ancianos aquí:

Ha habido asistentes que se han llevado hasta tres pomos de leche cada uno, sin contar a los demás. ¿Qué merienda nos dan a los ancianos? Yo quiero saber, ¿qué les dan? Lo mismo pasa con los almuerzos y las comidas. Si vieran en el horario de almuerzo o cena, te darías cuenta de las porciones minúsculas que nos sirven. Todo está medido al extremo. Antes aquí se comía riquísimo. Las bandejas llegaban llenas, pero ahora… la situación está mala, muy mala. Nosotros, los ancianos, estamos sufriendo esta situación.

Dicen que ahí se sirven seis comidas al día, ¿pero quién las ve? Miren cómo estamos: famélicos. “Yo pesaba más de 120 libras cuando llegué aquí, y ahora no llego a las 80. Nos estamos desnutriendo poco a poco. Aquí nadie pesa más de 100 libras”.

Los colchones están llenos de chinches. ¿Fumigación? Nada. Para todo hay excusas. Camas rotas, pisos manchados… Los ancianos caminan descalzos, sin camisa. Esto parece más un campo de concentración que un lugar de cuidado.

Hay suficiente leche, pero se la llevan para sus casas. Los ancianos piden un poco, y les dicen que no, que ya se la repartieron. “Yo lo he visto. También he visto cómo las raciones más pequeñas se las dan a los que están inconscientes o no tienen la capacidad de reclamar”. ¡Ni siquiera les dan pan!

Esto es un matadero. La única diferencia con un campo de concentración nazi es que aquí no hay cámaras de gas. A los que no tienen familia ni conciencia los dejan morir en estas condiciones.

Esto no es solo negligencia, esto es un crimen. Un crimen que debería ser juzgado como asesinato. Es un círculo de abuso. Todo lo que supuestamente dan por los ancianos se lo apropian, aunque de entrada no es mucho lo que realmente reciben. Todo es una farsa, un esquema. Como dijo Lazo: «El que no lo haga bien, que se prepare». Pero ¿prepararse para qué? ¿Para cargar con la culpa de otros? Porque aquí la «tarea bien hecha» siempre es robar más y seguir aparentando.

Este hogar de ancianos es el resultado de 65 años de tiranía castrista. En un mundo libre, esto sería diferente. En un sistema justo, este sería un hogar privado, donde los ancianos tendrían subsidios y bonos para gastarlos donde quisieran, y habría competencia por ofrecerles el mejor servicio. Así es como funciona en lugares como Florida.

Pero no. Aquí todo se maneja con un director que cree tener autoridad y responde con evasivas; con enfermería que miente descaradamente y te dice: “Eso no es cierto, venga, le mostramos”. Pero los testimonios están ahí. Los ancianos mismos lo dicen. Que nieguen que no hay sábanas, que están sucios, desvestidos, desatendidos, con heridas abiertas y en condiciones inhumanas. Que lo nieguen.

No hace falta reunirse con nadie. Reúnanse ustedes, si quieren, con su partido comunista y díganle la verdad: que por más de seis décadas han echado culpas a otros, han desgastado y molido a quienes no son parte de la cúpula. Pero ya no queda cubano que no sepa la verdad.

Los culpables son ustedes: la familia Castro y sus allegados. La historia registrará, sin lugar a dudas, cuántos crímenes ha cometido esta familia.

MANUEL MILANES  Consejo Para la Guerra Anticomunista CPGA

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