¿La mano que siempre intenta rescatar al CASTRISMO?
Resumen:
Es agotador ver cómo la Iglesia Católica en Cuba, representada por figuras como el padre Ariel Suárez, busca promover un diálogo nacional con un régimen que ha causado tanto dolor y sufrimiento, mientras en las recientes protestas del 17 de marzo ese mismo dolor se manifestó en un grito desesperado por un cambio. Resulta frustrante que la jerarquía de la Iglesia, que debería abogar por la libertad y los derechos del pueblo, se preste para dialogar con una tiranía que ha encarcelado, torturado y desaparecido a tantos, haciendo caso omiso de la hostilidad real que enfrenta el pueblo cubano. Me resulta indignante que se pretenda poner en la misma mesa a aquellos que solo buscan expresar su libertad con quienes los han oprimido, sin que haya verdadero arrepentimiento por parte del régimen. Al final, es evidente que esta mediación no traerá resultados, solo más presos políticos y un ciclo interminable de complicidad, mientras los verdaderos católicos y curas que conocemos no comparten ni apoyan esta postura complaciente.
Detalles:
Esto que les voy a contar ahora cansa. Miren este video de un padre, el padre Ariel Suárez, en una entrevista con un medio extranjero, donde habla sobre la intención de la Iglesia Católica en Cuba de fomentar un diálogo nacional, incluso con los comunistas. Pónmelo ahí, George, el video.
“En el grito de estos últimos días, esos deseos de cambio se han hecho palpables. Ojalá sean escuchados por todos. En las protestas del pasado 17 de marzo, ese dolor se convirtió en un grito, un grito que fue escuchado, ¿no? Y eso ha sido aceptado, vamos a decir, por todas las instancias del país. Por lo menos, todos han estado de acuerdo en considerar que ese grito reflejaba angustia, desesperación, y que pedía obviamente una situación distinta a la que se estaba viviendo. Los obispos han invitado a orar para que se encuentren soluciones, para que podamos salir de esta situación angustiosa, y para que los gobernantes del país tengan sabiduría y audacia al tomar decisiones que favorezcan la vida de la gente. Han constatado el dolor del pueblo y han invitado también a que la Iglesia, si así lo consideran los distintos actores políticos, pueda ofrecer un espacio de diálogo, de encuentro, para que todas esas posturas diferentes, aunque no necesariamente contradictorias, y ojalá no hostiles, ayuden a buscar soluciones concretas que este pueblo necesita. Yo creo que hay que decir con más claridad que los cubanos podemos amar a Cuba desde visiones diferentes, con perspectivas distintas, y que es importante poner por encima de esas diferencias el amor a Cuba y el deseo de mejorar la vida de este pueblo, tanto en el presente como en el futuro”.
Al padre solo le faltó decir que también está en la nómina de «Cuba Primero». Esto lo digo con ironía, pero es frustrante que la Iglesia Católica, y no es cualquier sacerdote, es el secretario de la Comisión de Obispos de Cuba, o sea, tiene jerarquía, y está hablando con poder. Puede decir lo que la Iglesia Católica está pidiendo, y esto se interpreta, o podemos interpretarlo, como que la jerarquía de la Iglesia en Cuba nuevamente vuelve a llamar a que se puede dialogar con la tiranía.
Fíjense en los términos que se usan: «Podemos amar a Cuba pensando diferente». Claro que sí, quién no acepta eso hace 65 años es la tiranía, la misma tiranía que votó, que encarceló, que cerró… Bueno, la Iglesia tiene la capacidad, como nosotros los católicos, de perdonar. Perdonar, sí, pero olvidar, jamás. Esto, en mi opinión, es una actitud cómplice de la jerarquía de la Iglesia Católica. Es frustrante.
El último que escuché hablar de diálogo nacional… bueno, el último se escapó, que fue Junior, corazón de pollo. El penúltimo está preso todavía: Luis Manuel Otero Alcántara llamaba a un diálogo nacional y sigue encarcelado. ¿Cómo se puede pretender decir que «ojalá no sea hostil» con una tiranía, con todo un listado de muertos, desaparecidos, presos, torturados? ¿Cómo se puede obviar? ¿Cómo se puede pretender que ya no hay hostilidad? Ojalá no sea una relación hostil, pero es hostil. Es una guerra. Para nosotros, de defensa; para ellos, de ataque. ¿Por qué asumir este papel en este momento? ¿Qué se está cocinando internacionalmente? ¿De dónde sale esta orientación de «llamen al diálogo», «siéntense a hablar»? ¿Van a soltar a los presos políticos? ¿Le van a hacer otro acuerdo a la tiranía para beneficiarla? ¿Van a aflojar nuevamente las medidas de Estados Unidos? ¿La Unión Europea mandará otro paquete de rescate a la tiranía? Todo esto se va a vender como un logro porque la Iglesia tiene la capacidad de mediar, como si esto fuera algo que se media, como si recibieras el perdón del Padre sin antes arrepentirte. Esto está en la Biblia: uno debe arrepentirse.
encarcelar a todo el que se siente ahí, incluyendo al propio padre. Pero la Iglesia Católica quiere, nuevamente, jugar ese rol. Y lamentablemente no es solo la Iglesia; también han salido personas a las que estimo personalmente, pero ya no les puedo seguir dando el beneficio de la duda.
Claro que hay complicidad, claro que es para seguir en el inside no encuentro otro término. ¿Qué diálogo? ¿Con quién? La Iglesia no está para hacer guerras. Pues mantente al margen, sigue liderando, sigue evangelizando, sigue hablando de libertad, sigue hablando de Dios, sigue buscando la fe. Pero esto es politiquería barata, y para esto no está la Iglesia.
La Iglesia Católica no está para mediar entre el diablo y Dios, no existe. El diablo no entra a la iglesia, al diablo se le machaca la cabeza. Eso es lo que yo he leído y visto. Pero claro, la diferencia es que yo amo a Dios. Yo no dejo de ir a misa si el cura me cae mal, ni voy a dejar de ser católico por no estar de acuerdo con esta politiquería. Claro que no. Y mi crítica, por supuesto, no es a Dios, es a la politiquería de la jerarquía actual de la Iglesia Católica.
Gracias a llamados como este, ¡tibios! Un católico sabe lo que significa la tibieza, además de la arrogancia, porque eso es fatal arrogancia. Pretenden que siete u ocho curas van a poder sentarse a hablar con el diablo y lo van a doblegar con la muela, como si por su intervención los tiranos fueran a perdonar y entregar el poder. Pues eso es arrogancia y tibieza. Lo peor que puede tener un seguidor de Cristo es la arrogancia y la tibieza. Pues ahí lo tienen, y lo digo yo, lo está diciendo Manuel Milanés, y lo puedo decir con bases, bases en el catecismo de la Iglesia Católica. Eso es tibieza y arrogancia.
Bueno, pues quédense ahí, hagan un nuevo capítulo, siéntense a esperar el nuevo resultado: más presos políticos, reciclaje de los que están, sacan algunos, meten a otros, más opositores prestados para esto, y nada. Hay un nuevo ciclo de diálogo nacional, con nuevos presos. Y se acabó. Error. No es que no entendemos a los católicos, yo soy católico y no entro en eso. No entendemos a la jerarquía católica cubana que se presta para esto. No todos los curas piensan así, ni todos los católicos pensamos así. Ellos están hablando a nombre de ellos mismos, de esa jerarquía. No están hablando a nombre de los católicos ni de los curas. Yo conozco curas y católicos. Yo soy católico y no creo en eso. Y sí, ahora viene el daño que también le hace a la religión. No, esos no son los católicos. Esos son los obispos, los secretarios de obispos, los monseñores, los que están ahí, que entienden que tienen que seguir esa política. Nosotros, por otro lado, entendemos que eso está mal, que no dará ningún resultado, y que ya sabemos cuál es el final de todo esto.
MANUEL MILANES Consejo Para la Guerra Anticomunista CPGA
