Miembro del PCC se BURLA de los CUBANOS.
Resumen:
Si pensabas que tus problemas eran culpa del embargo y que todo lo bueno que te ha pasado fue gracias a la revolución, este video te abrirá los ojos. Es el testimonio de una madre soltera, enferma, con hijos, a quien obligan a vivir en una vaquería llena de garrapatas, como si fuera ganado. Después de denunciar su situación, un funcionario trató de justificar lo injustificable: que el único lugar disponible era ese «local», mientras casas vacías en Fontanar permanecen cerradas. El descaro es tal que esperan que esta mujer agradezca el «regalo» de un techo de zinc ardiente, sin condiciones mínimas de habitabilidad, ni transporte para sus hijos. Mientras tanto, los dirigentes y funcionarios viven cómodamente en casas que no son afectadas por la precariedad que ellos mismos imponen a los más vulnerables. Y mientras algunos piden diálogo y consenso, la realidad es que esta tiranía solo ofrece desprecio y soluciones indignas para quienes no tienen otra opción.
Detalles:
Si pensabas que tus problemas eran culpa del embargo y que todo lo bueno que te ha pasado en la vida fue gracias a que Fidel luchó en la Sierra, para que tuvieras educación, salud, ropa, zapatos, y todo lo que dices que tienes, pero no tienes por culpa del embargo, mira este video. Es la denuncia de una madre soltera, enferma, con hijos, y con un problema de vivienda terrible. Ya habíamos hecho esta denuncia antes, y a partir de eso fueron a tratar de hablar con ella.
—Buenos días, Anita. Mire, le habla el Mayor Milanés, del Consejo Para la Guerra. La estoy llamando por la denuncia de una madre soltera a la que acaban de darle un local en una vaquería. ¿Usted conoce de eso?
—Claro que lo conozco, ya le explicado a ella que eso es lo único que tengo.
—Es que tiene una vaquería llena de garrapatas. La mandas a ella y a sus hijos como si fueran vacas y terneros. ¿Es así cómo funciona?
—Mire, mire… me parece que no estamos entendiendo.
—¡Claro que no! Mira cómo me respondes. Yo te estoy preguntando y tú me dices… ¿por qué te fue a ver a ti? Me fue a ver a mí porque ustedes no dan respuesta.
—Yo hablé con ella perfectamente y le expliqué que lo que tenemos es ese local en una vaquería, pero no con las vacas. Es un local de mampostería, ventana de aluminio, techo de placa y baño tupido, con garrapatas por las paredes, sin calle para llegar, sin transporte para ir a la escuela que queda lejísimos. Porque eso es lo que estoy viendo yo.
—A ver, mi amor.
—Yo no soy tu amor. Soy el Mayor Milanés. No soy tu amor, soy el Mayor Milanés del Consejo para la guerra. No soy tu amor. Y usted se llama Ana. Yo me llamo Milanés. No somos «amores». Dígame.
—No quiero que seas mi amor porque tengo 65 años y no quiero a nadie de amor.
—Lo único que pido es respeto recíproco. Yo le digo su nombre, usted me dice el mío. Dígame.
—Le estoy diciendo que ella ha ido a muchas instancias, pero lo que tenemos es eso. Nosotros no construimos viviendas. El programa de las madres con más de tres hijos está muy bonito, pero funciona de manera paulatina. Y en los albergues viven muchas madres con niños
—Entonces, la respuesta que usted da es que el Instituto de la Vivienda se llama «vivienda», pero no tiene casas; que el plan de las madres solteras es muy bonito, pero es una mentira; y que hay mucha gente en los albergues. Y que ella tiene que darse con un canto en el pecho de que le dieron un pedazo de muro con un techo de zinc, con baño tupido todo lleno de mierda, todo cagado, con garrapatas por todas partes, y que eso lo tiene que agradecer porque es lo que hay. Eso es lo que usted me acaba de decir.
—¿Dónde vive usted? ¿Tiene casa o no?
—Yo sí. Claro que tengo casa, pero la ha trabajado. Y no mando a otro a vivir en un corral. Si usted tiene casa y es la representante de un instituto, ¿cómo va a mandar a una madre soltera a vivir en una vaquería con garrapatas? ¿Cómo lo hace? ¿Con qué alma aguanta eso en el pecho? Usted es mujer, ¿no? ¿Es madre? ¿Le gustaría vivir en esas condiciones? Si usted fuera enferma, si fuera soltera, si tuviera hijos enfermos, un niño que necesita una escuela especial… ¿cómo permite eso? ¿Qué otra respuesta se puede dar? ¿A quién tengo que hablar? Usted lo habló con sus superiores.
—Puede llamar a mi director, si quiere.
—Deme el teléfono del director, por favor.
—No me lo sé de memoria.
—¿Entonces cómo me manda a hablar con alguien si no tiene el teléfono? ¿Lo sabe el partido?
—No, tampoco.
—Entonces no ha hablado con nadie. Usted asumió que esto estaba bien y esperó a que la vaquería se vaciara. ¿Cómo llegaron a eso? ¿Cómo se reparte una casa? ¿Cómo funciona? Porque usted es quien manda en las casas, ¿no?
—Yo no mando ni en mi casa.
—Dígame entonces, ¿cómo funciona?
—Eso funciona cuando hay una disposición de una vivienda que se construya o si hay un local disponible que el gobierno pueda liberar. A los albergados se les trata de ayudar dentro de las posibilidades.
—¿Y las casas vacías en Fontanar, que no están ocupadas por nadie? ¿Por qué no las dan?
—¡Ay, mi madre!
—Sí, ¡ay, mi madre! ¿Por qué no entregan esas casas si la gente sabe que hay viviendas vacías en el reparto Fontanar? Casas de dos y tres habitaciones, ¿por qué no las entregan? Están ahí, vacías. La gente lo sabe.
—Nosotros nos regimos por la ley.
—Y la ley dice que haya casas vacías mientras las madres solteras, enfermas y con hijos, vivan en una vaquería. ¿Eso dice la ley? Búsquenme la ley que dice eso, por favor. ¿Qué ley dice que una mujer soltera, enferma, tenga que vivir en una vaquería mientras usted tiene casas vacías en su municipio? ¿Qué ley dice eso, Ana? Dígame.
—Pásame ahí al que te está hablando. Dile que no pregunte por mi, que se ponga al teléfono.
Entonces, cuando la gente se canse y se meta a la fuerza, rompa las puertas y entre, quiero ver qué va a pasar.
—Anita, dile que soy Milanés, del Consejo Para la Guerra. Ya sabe quién soy. O que se ponga al teléfono.
Ahora, ¿qué tiene que ver esto con el embargo? ¿Qué tiene que ver esto con lo que nosotros exigimos, que es la libertad de Cuba? ¿Qué tiene que ver esto con las denuncias en las redes? ¡Nada!
Todo esto ocurre en un reparto donde se robaron las casas. Ninguna era de los «alzados», ni de los «rebeldes», ni de los comunistas. Todas esas casas tenían dueños, y se las robaron a esos dueños para repartírselas entre ellos.
Tiene casas vacías en el reparto Fontanar. ¿Quién no conoce el reparto Fontanar siendo de La Habana? Ah, pero hay una negra —porque es negra, como yo, que soy mulato—, una negra con cuatro hijos, enferma, ¡para la vaquería! Y eso es lo que hay.
¿Y qué haces hablando por allá arriba si es conmigo con quien tienes que hablar? —dice Ana—. ¿Es así como funciona esto? Eso es lo que dicen que es habitable. ¡Y eso es lo que hay! Date con un canto en el pecho y no te importe más nada. Un lugar sin techo, todo lleno de maleza, lleno de mosquitos, con garrapatas. ¿Quién vive allá adentro, bajo ese techo de zinc a la 1 de la tarde? ¡Es un crimen! Pongan a sus hijos a las 1 de la tarde bajo ese techo de zinc, a ver si aguantan. ¿Cómo es vivir ahí, con el cemento caliente abajo, sin ningún tipo de aislamiento térmico, ni nada? A ver si se despiertan por la mañana con una vaca cagándoles en la puerta. Es así, como si fuéramos perros. Así nos trata esa tiranía cubana.
Y todavía hay gente hablando de diálogo, de consenso, de «vamos a reunirnos» y que todo el mundo sea amiguito, dándonos las manos, con un gobierno que tenga que ver con el partido… Y «vamos a salir de esto unidos». ¡No, no, no, no! A esta gente lo que les toca es plomo, es horca, es pasarlos por las armas a todos esos criminales. Empezando por Ana. ¡Ana es una criminal! Se escuda en que «no hay».
Oiga lo que dice, «el problema de la vivienda con las madres es un asunto muy bonito, pero en la práctica no funciona». Eso lo dijo Ana, ¿eh? Eso lo dijo Ana, en Vivienda. No lo dijo un opositor, ni nadie más. Lo dijo Ana, en Vivienda.
Bueno, pues nada. Lo que yo creo es que, si usted sigue pensando que con una tiranía así, que todo lo que pasa es culpa del embargo, y que cualquier cosa buena que te suceda en la vida tienes que agradecérselo públicamente y sacrificarte, y pasar hambre porque «es lo que te toca», entonces, sigamos agradeciendo lo que no tenemos.
MANUEL MILANES Consejo Para la Guerra Anticomunista CPGA