Nueva Ley de Empresas.
Como ustedes saben, en Cuba no se discute nada en la Asamblea Nacional-que sería el órgano legislativo-porque es un circo donde llevan, sopesan, escuchan, valoran, y supuestamente se aprueban las leyes. ¡Cómo debería ser un Congreso en un país con separación de poderes!
Bueno, ya la tiranía ha dicho varias veces que en Cuba no hay separación de poderes porque todos los poderes están juntos, porque es la dictadura del proletariado. Ya veremos qué cosa es el proletariado para ellos, y cuál es la casta que se hace al final, la cúpula. Ya lo sabemos, todo el mundo lo sabe, pero nosotros lo seguimos repitiendo aquí porque le ayuda a la gente a mirarlo de otra forma.
Bueno, pues, ya sabemos que no se discute ninguna ley. Ahí se lleva un anteproyecto de ley que se elabora al lado de un tipo del Comité Central que el Buró Político mandó hacerlo. Entonces, con un comisario político al lado, redactando, revisando comas, puntos, puntos y seguido, entre paréntesis, los por cuantos, los considerando, los resuelvo. Llega a la Asamblea Nacional y lo único que puede hacer el de la Asamblea Nacional es levantar la mano, nada más. Ya se acabó, no hay más nada que hacer. Así que el legislativo en Cuba es un coro de payasos, de muñecos, que lo que hacen es levantar la mano. Les pagan por levantar la mano. Ahí no hay nada que hacer.
Por eso a mí me ofende cuando creadores de contenido o dueños de plataforma utilizan que «el diputado tal le calló la boca a Díaz-Canel, o la diputada más cual le dijo en su cara las verdades». Son mentiras, todo es un teatro. Ahí no hay verdades, ahí nadie le calla la boca a nadie. Ahí todo el que está sabe que está ahí para levantar la mano. Y el día que se oponga, o disienta, también estaba ahí para eso. Porque tienen que poner a alguien que diga NO como parte del teatro.
«Mira, te voy a dejar hablar hasta aquí o mira, dale, dale, aprovecha esta asamblea y di tal cosa». Porque todos esos diputados tienen un tipo al lado que es de la seguridad que le dice: «diputado, puede hablar esto, mire usted, que está loco por esto, este es un buen momento, mañana se va a discutir, tire esto».
Porque así de exacta es la maquinaria de ese reloj represivo, suizo, que funciona así, exacto, que es la tiranía cubana; esa metástasis del estatismo, del colectivismo que le llaman revolución cubana…
Entonces, como es tan exacto, funciona. Ahí no hay margen de error. Todo lo tienen inventado y todo lo tienen escrito, y según la época de los 65 años, lo van cambiando. Pero nosotros lo exponemos aquí porque nos adelantamos. Eso le pasa a esta plataforma, que se le hace difícil salir todos los días. Porque lo que la gente está anunciando hoy, nosotros lo denunciamos hace 2 años atrás. Y lo que hoy están confirmando, ya nosotros lo veíamos 2 años atrás y nos está castigando tener esa visión y analizar las cosas, y decirlas en el momento. Pero no importa, porque eso les da un beneficio a ustedes, porque antes que nadie, ya se enteraron, lo vieron, y ya saben de qué están hablando.
Les pregunto: ¿les ha pasado que han visto algo o están comentando de algo, y ya lo vieron aquí? Ya lo analizaron aquí, ya tienen los argumentos para discutirlo en su grupo. ¿Les ha pasado eso? Por ejemplo, hace 2 años, dijimos lo que viene ahora, que después de ellos publicar que la tasa de cambio del dólar es a 120 y está en la Cadeca, lo que viene es penalizar al que compra y vende dólares.
Esto -que ellos le llaman anteproyecto y que nosotros le llamamos ley porque en Cuba no se discute ni se lleva votación nada- habla, define, conceptualiza sobre empresas. Fíjense, ¡ya no solo se reduce a empresa socialista! Y estas son las modificaciones, las características camaleónicas del socialismo, del estatismo del colectivismo. Ellos juegan con la semántica para confundir a la gente, para ver si da alguna esperanza, pero hoy nos vamos a encargar de destruir todo. Esto es otro bebé que nació muerto.
Y dos años después, ya ustedes ven la noticia: «Al empresario cubano americano que invirtió en Cuba le quitaron todo, está preso y él lo hizo avalado en la ley». Pues ahora viene que ya no son mipymes; ahora son empresas. Y veremos a la gente: «Vamos a invitar a los empresarios privados». Lo que va quedando es que cierren las mipymes porque hay que constituirse como empresa. Porque depende de la función y de cuántos empleados y a qué ley te acoges y cuál es tu función social y tu compromiso con la comunidad y todo eso que ellos conceptualizan ahí.
¡Fíjense como van mutando! De paladar a cuentapropista, a mipyme, a empresa: el mismo perro con distinto collar, porque siempre está el Estado, porque siempre está el colectivo, porque siempre está el socialismo. Por supuesto, tenemos gente que ha estudiado y que ha descrito esto muy bien, que lo vamos a citar aquí porque nos permite a nosotros ver que esto es aire frito y que no va a ningún lugar y le vamos a dar los elementos.
Así que, en una Cuba socialista con un solo partido, que todavía se llama Partido Comunista, cuando te imparten filosofía económica en la universidad, se soportan en el libro «El Capital», donde Carlos Marx describe muy bien que la explotación del hombre por el hombre en economía se manifiesta por la plusvalía. Y la plusvalía se basa en la teoría del valor trabajo, valor objetivo. Que lo único que puede generar riqueza en la venta de un bien o servicio es pagarle menos al trabajador de lo que en realidad produjo. Porque la teoría del valor trabajo es valor objetivo, es lo que te cuesta algo. Lo único que hizo que una simple tabla de madera tuviera más valor que un juego de sala, es el trabajo del carpintero, del ebanista, del pintor, del que hizo el marketing, del oficinista, del que hizo la factura.
O sea, el trabajo según Carlos Marx era objetivo -después él murió sabiendo que con la teoría de utilidad marginal se derrumbaba ese concepto, porque el valor es subjetivo, no objetivo y depende de la preferencia y la escasez-, pero, aunque él murió derrotado, los comunistas, los socialistas, hablaron de la teoría del valor trabajo, primero descrita por Adam Smith, luego David Ricardo y después Carlos Marx la utilizó… Y para describir qué es la plusvalía podemos apoyarnos en el propio libro «El Capital» (que yo me lo tuve que estudiar, porque ellos le llaman economía socialista). Para mí es marxismo. En la Universidad de La Habana, lo que me enseñaron en economía fue basado en todos los conceptos económicos del capital y, principalmente, en la lucha de clases y la explotación del hombre por el hombre. Hablaban de que el capitalista acaparaba; era ruin, tacaño, avaricioso, porque no le pagaba al trabajador según la plusvalía. No le pagaba al trabajador lo que en realidad había producido.
Pero ahora salen con una ley en un país con un único partido que se llama Partido Comunista y que te hace estudiar a Carlos Marx con la ideología marxista-leninista. Recuerden eso; Fidel no ocultaba que era su ideología. Bueno, ahora se habla de que la función principal de la empresa socialista es tener utilidades. Y si, según su propia ideología, la única forma de tener utilidad es explotando al trabajador, entonces ¿estará reconociendo la Asamblea Nacional que, por ley, el Estado cubano explota al trabajador? ¿Estará reconociendo en una ley de empresa que, por su propio manual —que es «El Capital»— la empresa socialista para ganar dinero tiene que explotar al obrero cubano?… ¿Tiene que pagarle menos de lo que en realidad produce?
Pero es que ya lo sabemos y aquí lo hemos demostrado, que le pagan mucho menos. No es solo que le paguen una moneda que no tiene valor de cambio, que no tiene capacidad de compra. Es que estamos en una hiperinflación y la economía está dolarizada, pero nadie gana en dólares. Esto es lo que se ve, pero cuando lo ponen en una ley, la situación se complica. A pesar de los esfuerzos por dar esperanza, seguimos atrapados en la planificación central. Mi invitación es que, cada vez que veas una medida económica, la llamen «ordenamiento» o «reordenamiento», resistencia creativa, hacerle frente al brutal embargo; uses nuestros argumentos y tendrás herramientas para entender lo que está sucediendo.
Permíteme recomendarte un libro: «La fatal arrogancia» de Friedrich Hayek. En sus 265 páginas, explica por qué el socialismo es inviable y cómo la planificación central es técnicamente imposible. Este libro te ayudará a comprender por qué las dictaduras imponen medidas que no funcionan y cómo la prosperidad en el socialismo es una quimera. Por eso a lo que invita es a las dictaduras, porque se impone por la fuerza. No funciona, no es orgánico, es impuesto. Así que, ¿qué es la fatal arrogancia?
La ausencia de propiedad privada en el socialismo impide la existencia de precios verídicos. Los burócratas no pueden comprender la inmediatez y la complejidad del orden espontáneo del mercado; por eso no pueden saber lo que ocurre en cada rincón de la economía como lo sabe el dueño de un pequeño puesto en un mercado. Este último está conectado al pulso real de la oferta y la demanda; toma decisiones instantáneas basadas en información actualizada.
Sin propiedad privada no hay prosperidad. Mientras exista planificación central, asignación de recursos y empresas presupuestadas, no va a haber prosperidad en Cuba. No hay forma de que salga el cubano del hambre y la miseria sin propiedad privada. Porque hay que dejar que el mercado lo resuelva, y lo hace en un chasquido de dedos, en horas, en días, en semanas. Y el cubano se alimentará bien, se vestirá bien, se transportará bien, vivirá mejor y tendrá recreación; será feliz, será pleno.
Claro, el cubano que trabaje, el cubano que ahorre, el cubano que invierta. Porque el que siga pidiendo dinero del Estado hará huelga y hará otro partido que no se llamará comunista, se llamará «Los afectados de la libertad» o no sé cómo le pondrán, y formarán parte de la agenda 2030 y pedirán ayuda internacional y cuando vienes a ver, la ayuda internacional va y bloquea ese país libre y le hace las sanciones que no le han hecho al comunismo. Porque así funciona el estado mundial, así funciona el colectivismo, así funciona la izquierda radical que lamentablemente está en el poder en la mayoría de los países del mundo.
Pues ahí lo tienen. Podrán sacar la ley que sea; todo eso es fatal arrogancia. Pensar que en una asamblea establecen una ley y mañana ya los cubanos van a tener comida es la gran mentira. Sin propiedad privada no hay precio porque no hay forma de decidir porque dónde se decide es en el mercado, en el orden espontáneo, en la oferta y la demanda, en la preferencia y la escasez… Y no lo dice Milanés; no es el imperialismo brutal, los mercenarios, los terroristas. Lo dice la academia, lo dice la economía real, no el marxismo. Lo dice al menos este libro «La fatal arrogancia» de Friedrich Hayek, que yo los invito a que lo lean. El fin de la fatalidad está en nuestras manos.
MANUEL MILANES Consejo Para la Guerra Anticomunista CPGA
