Los pilotos cubanos David López Alfonso e Ismael Hernández Chirino, quienes protagonizaron un espectacular escape desde la playa de Tarará al este de La Habana en un ala delta motorizada, han ganado sus respectivos casos de asilo en Estados Unidos durante un proceso judicial que duró semanas y contó con la participación del prestigioso abogado Willy Allen.
La noticia fue confirmada por el periodista cubano Daniel Benítez a través de una publicación en Facebook, pero hasta el momento, no se han brindado más detalles sobre esta decisión que evita la repatriación de ambos migrantes, en medio de la reanudación de los vuelos de deportación hacia la Mayor de las Antillas. Previamente, se había informado que los pilotos se podrían enfrentar a la repatriación debido a su ingreso irregular a Estados Unidos, lo que implicaba el riesgo de ser privados de su libertad en cárceles castristas.
El Club de Aviación de Cuba, tras el espectacular escape y aterrizaje en Cayo Hueso, logró identificar a los pilotos y el equipo utilizado. Según un comunicado emitido, se trató de un «Trike» con matrícula CU-U 1619, que solía ser utilizado para servicios turísticos en las playas del Este de La Habana.
El Club denunció el hecho como una violación flagrante del espacio aéreo cubano y un acto de robo, solicitando a las autoridades norteamericanas que apliquen las sanciones correspondientes y devuelvan el equipo sustraído.
Imágenes reveladas por el medio Local 10 muestran que los pilotos adaptaron un tanque de combustible extra para surtir con gasolina al motor, evidenciando que su fuga fue cuidadosamente planificada teniendo en cuenta las variables de la distancia y el tiempo de vuelo.
Familiares de los pilotos habían solicitado a las autoridades de Estados Unidos que no los deporten, argumentando que su regreso a Cuba sería desastroso y enfrentarían graves consecuencias. Laura Hernández Chirino, hermana de Ismael, expresó su preocupación y afirmó que los pilotos realizaban vuelos comerciales para el turismo en la casa del club en Tarará.
