La inflación desmedida azota a Cuba, dejando a sus bancos estatales sin dinero en efectivo y provocando caos en la vida cotidiana. Desde Baracoa un reporte del telecentro oficialista Solvisión expone el testimonio de un médico cubano que hace casi 10 días le depositaron su salario en tarjeta magnética, pero no ha podido sacar el efectivo, pues no hay dinero en los cajeros de la ciudad.
El déficit de efectivo, reconocido incluso por medios oficiales, ha estado en aumento durante meses. El Banco de Crédito y Comercio (Bandec) apenas recibe billetes de alta denominación del Banco Central de Cuba (BCC) para el pago de salarios. Con los billetes de 100 y 200 CUP, intentan llenar los cajeros, pero es insuficiente.
La situación es igualmente grave en la sucursal de BPA en Baracoa. No hay prospectos de mejora, ya que los repuestos para las máquinas de cajero son difíciles de obtener. Para lidiar con el desabastecimiento, el efectivo se recargará dos veces al día, una táctica comunista para dar la impresión de abundancia. Pero esto solo puede generar dos colas diarias en lugar de una.
La impresión de billetes es costosa, y con la devaluación del peso cubano, el costo de producir la moneda supera su valor. Es un fenómeno económico devastador que puede llevar a la economía al borde del colapso.
En situaciones extremas de hiperinflación, los gobiernos pueden optar por imprimir billetes de mayor denominación o favorecer transacciones digitales. Cuba ha optado por esta última, promoviendo aplicaciones como EnZona y Transfermóvil, pero no es suficiente y además poco confiable ya que ambas herramientas las maneja el régimen.
La moneda nacional se vuelve prácticamente inútil. El tipo de cambio entre el peso cubano y el dólar estadounidense, que recientemente superó los 200 CUP por USD, es una señal clara de esta tendencia.
