En una nación conocida por sus individuos ambiciosos, la falta de interés en reubicarse en busca de nuevas oportunidades laborales está alcanzando niveles de mínimos históricos. Las últimas estadísticas de permanencia, publicadas por la empresa de entrenamiento empresarial Challenger, Gray & Christmas en su reciente encuesta trimestral, pintan un panorama sorprendente:
Durante el primer trimestre del 2023, apenas un 1.6% de los buscadores de empleo en Estados Unidos decidieron mudarse para tomar un nuevo puesto de trabajo, marcando el nivel más bajo desde que se realiza el seguimiento a esa estadística.
Para ponerlo en contexto, entre 1986 y 1997, casi uno de cada tres buscadores de empleo (aproximadamente el 29%) se mudaba en busca de roles prometedores. Incluso hasta el último trimestre del año pasado, un 3.7% estaba dispuesto a dar el salto, mientras que a lo largo de 2020, ese número se situó en el 5%. Antes de la pandemia, la cifra era aún más alta, llegando al 6.8%.
Entonces, ¿qué los mantiene anclados? La respuesta radica en dos factores cruciales: la vivienda y el WiFi. El aumento de las tasas de interés ha convertido la reubicación en una opción poco atractiva, a lo que se suma el hecho de que cada vez menos empresas exigen a sus empleados trabajar a tiempo completo desde la oficina.
Sin embargo, salir de la ciudad no es el único desafío; conseguir que la gente abandone sus sofás resulta igualmente difícil. Las tasas de ocupación promedio en las oficinas de la ciudad superaron el 50% por primera vez desde el inicio de la pandemia, pero se han mantenido estancadas desde entonces.
Kastle Systems, proveedor de monitoreo de llaves de oficina, descubrió que menos de la mitad de los trabajadores en las diez ciudades más grandes de Estados Unidos llegaron a la oficina durante la semana que finalizó el 10 de mayo.
Vale la pena señalar que una sola persona que trabaje de forma remota puede tener un efecto significativo en la economía local, como destaca WFH Research. En Nueva York, por ejemplo, se estima que las empresas locales pierden aproximadamente $4.6k al año por cada empleado remoto.
