La crisis alimentaria que vive Cuba es un campo fértil para los “inventos” al momento de elaborar productos tradicionales como la salsa Vita Nuova y sustituir sus ingredientes para estafar a los consumidores. A eso se dedican las empresas estatales.
Lo anterior le sucedió a la ciudadana Noris Rondón, recidente en Villa Clara, quien denunció en redes sociales una compra de una lata de Vita Nuova de 3.5 kilogramos en 600 pesos cubanos (CUP), esperando encontrar en su interior la tradicional salsa de origen italiano que entre sus características principales tiene el tomate.
Sin embargo, “ni por casualidad vio el tomate, es pura calabaza y cuando se lo echas a la comida pinta rosado”, indica Rondón, cuya denuncia fue publicada en redes sociales por el periodista oficialista Jesús Álvarez López y luego replicada por el Portal del Ciudadano en Villa Clara.
La lata de la supuesta salsa Vita Nuova fue adquirida en una feria en la ciudad de Santa Clara, pero el producto con un etiquetado impecable proviene de la empresa estatal ‘Mártires de Barbados’, en la provincia de Sancti Spíritus.
Ante el hecho, todos se preguntan: ¿Quién vela por la calidad de lo que se oferta al pueblo? ¿Está la empresa estatal inspeccionada por organismos que comprueban que se corresponde el etiquetado con el interior del producto?
Según el periodista dedicado a temas de la agricultura en la radio local, “la proliferación de minindustrias y de talleres artesanales para industrializar alimentos, no debe servir de justificación para permitir que alimentos sin la calidad requerida llegue a los consumidores, no solamente porque constituye una verdadera estafa después de pagar un alto precio sino por el posible riesgo para la salud humana”.
Sin embargo, la raíz del problema es la ineficiencia del sistema comunista, pues en la actual campaña de cosecha del tomate se registran los peores resultados en décadas.
De acuerdo con un reportaje especial del diario oficialista Invasor, titulado ‘Tomate de(molido)’, en la zafra que comenzó a finales de 2022 solo se pudieron obtener 4.1 toneladas de tomate por hectárea (ha), un rendimiento muy lejos de lo esperado. La causa fundamental es la ausencia de fertilizantes y combustible para trabajar la tierra.