El hurto y sacrificio de ganado mayor en la provincia de Villa Clara, Cuba, alcanzó a 12 mil reses durante todo el año 2022, lo cual representa el 2.4% de la masa equina y vacuna, según datos de Genética y Registro Pecuario.
Sin embargo, la situación fue especialmente crítica en los dos meses finales del año. Los registros oficiales dan cuenta de que tanto en noviembre como en diciembre fueron sacrificadas alrededor de 1.800 reses, algo no visto en la historia de este central territorio.
Basta una simple comparación con los datos de hace apenas cinco años para apreciar la magnitud del problema. En 2018 hubo 2.093 hurtos y sacrificios, aunque tres años más tarde el número se duplicó hasta los 4.071. En 2022 se alcanzaron las 12.237, es decir, 8.166 más que en igual periodo del año anterior.
De acuerdo con declaraciones al diario Granma de Roberto Pérez García, directivo de la mencionada entidad, las cifras podrían ser aún mayores, ya que no todos los hechos son denunciados ni conocidos, por lo cual es evidente que hay un subregistro, pero no se sabe de cuánto.
Sobre las causas del aumento en el delito confesó que tiene que ver con el descontrol de la masa por parte de los encargados de ejercer esta función, y de los tenentes, ya sean privados o estatales. Además, alegó impunidad con la que actúan los delincuentes.
En ese sentido, el reportaje del Granma entrevista a Yusniel Benavides Gutiérrez, fiscal jefe del Departamento de Procesos Penales en Villa Clara, quien culpa a los campesinos por no denunciar a tiempo el robo.
Durante el año pasado solo fueron radicados por el órgano de instrucción cerca del 1 % de los casos. “Esas son situaciones complejas de esclarecer, por ocurrir en zonas intrincadas y producirse muchas demoras en radicar las denuncias, lo cual limita la oportunidad de la investigación, a lo cual se une el descontrol existente en la masa ganadera en todos los lugares”, aseguró Benavides Gutiérrez.
El delito de hurto y sacrificio de ganado es penado, según el nuevo Código Penal, con entre cuatro a diez años de privación de libertad; mientras el traslado para la comercialización de la carne se condena de tres a ocho; y para el receptador de tres meses a un año.
Sin embargo, producto de la actual crisis alimentaria que vive el país muchos cubanos parecen estar dispuestos a correr el riesgo de ser encarcelado con tal de obtener ganancias o comerse un pedazo de carne de res.
Roberto Rodríguez Alfonso, vecino del poblado de Vega Alta, en Camajuaní, desmiente la versión del funcionario del sistema de justicia y la visión que crean alrededor de los campesinos.
“A veces dicen que a los campesinos nos matan las reses porque no las cuidamos, lo cual puede ser cierto, pero yo le aseguro que ya lo único que nos falta es poner el ganado a dormir dentro de la casa. ¿Usted sabe dónde tenía mis bueyes cuando me los llevaron?, en el portal de la vivienda, y aun así no tuvieron compasión con un viejo de más de 80 años”, explica el anciano campesino, que advierte no haber visto una situación tan compleja como la actual a lo largo de vida.