Los ganaderos de Ciego de Ávila prefieren pagar la penalidad al Estado consistente en 10 pesos cubanos (CUP) por cada litro de leche dejado de entregar a la industria en lugar de venderle el producto. Los precios de compra del Estado no son atractivos, y un litro de leche en el mercado informal alcanza los 100 CUP.
De acuerdo con declaraciones de Osvaldo Morales Batista, director del Lácteo en Ciego de Ávila, al diario oficialista Invasor, los productores sacan sus cuentas: es más rentable vender en el mercado subterráneo, incumpliendo con el plan de entrega estatal e incluso hasta pagar la indemnización, ya que después de todo eso quedan más ganancias que vendiendo directamente a la industria estatal.
“Cuenta sencilla: le dan al Lácteo 10 pesos y se quedan con el litro que puede venderse en la calle a 100. Estímulo redondo para ‘incumplidores’”, refiere el periódico provincial Invasor.
El déficit en el acopio de leche pone en peligro la distribución de leche para las dietas médicas y los niños menores de siete años.
Leonardo Pérez Rodríguez, subdelegado de Ganadería en la Delegación Provincial de la Agricultura, aclara que a solo un par de semanas para que culmine el año a la industria se le deben tres millones de litros de leche, según el plan a inicios de año.
“Vamos a entregar más de un millón y medio, respecto al 2021; sin embargo, no debemos cumplir lo pactado en 2022, que fue superior”, vaticinó el directivo en una especie de justificación que no sirve de nada.
Sin embargo, el problema de fondo fue provocado por el propio Estado y su mal llamado “ordenamiento monetario”, directivos estatales llegaron a prometer un porcentaje de pago en Moneda Libremente Convertible (MLC) como parte de la dolarización del país. Incumplieron rotundamente.
“Durante más de tres meses se les debió a los ganaderos de Majagua y, de alguna manera, eso repercutió en que bajaran la entrega”, reconoció Misleidy Abad Modey, primera secretaria del Partido Comunista (PCC) en ese municipio.
Sin embargo, funcionarios del PCC provincial insisten en el discurso de la obligatoriedad de cumplir los planes y amenazan con quitar la tierra a los campesinos. Los productores no se andan con cuentos y en no pocos casos han abandonado las reuniones convocadas o simplemente no han asistido a los controles de su base productiva.
De momento el pulso entre la política y la economía lo van ganando los productores, que en definitiva son los que se cuidan del ganado y se levantan temprano todos los días para ordeñar la vaca.